— No me agrada su forma de ser, Ingrid. — ¿Y qué quieres que haga yo, Henry? — No lo sé. — No soy responsable. Henry Pratt chupó con fuerza el pitillo y lo ladeó en la boca. Evidentemente no se sentía contento ni feliz. Ingrid era demasiado tolerante con Helen y hasta con Ann, que debiera estar en la Universidad en aquel instante y en cambio la oía canturrear en el jardín.