—Es un tipo estupendo, Isabel; pero no. es eso lo que más me interesa de él. —No te esfuerces, querida hermana; nos conocemos. Sé muy bien hasta dónde llega tu ambición y lo que la fortuna significa en tu vida. Leonor Dugán se estiró en la hamaca y fumó, sin preocuparse mucho por el acento irónico que daba Isabel a sus palabras.